DIEGO FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ
Decidí realizar el análisis de esta imagen por recurrir al sexismo y al machismo puro de contenido sexual para llamar la
atención y captar donantes de órganos para una causa totalmente solidaria y
altruista.
No hay duda de que la audiencia a la que va dirigida este anuncio son hombres blancos y heterosexuales.
Se reproducen los mismos estereotipos que las grandes
multinacionales llevan imponiendo desde hace muchos años. Se repite el heterocentrismo y el coitocentrismo en las relaciones
sexuales y eróticas, las cuales son representaciones sexuales ominipresentes,
casi únicas, que se nos ofrecen en la televisión, el cine, la publicidad y en
la cultura hegemónica en definitiva. Se representa un tipo de mujer sumisa y
complaciente, un tipo de mujer que se adecúa a los deseos y voluntades de los
demás hombres, negando los deseos y voluntades de sí misma. Refleja unos
estándares de belleza inalcanzables y se realza como única forma de triunfo y éxito un cuerpo imposible
de conseguir.
Estos
estándares de belleza moldean y definen la imagen a la que se “deben” asemejar
el resto de chicas y mujeres del mundo real. Esta imagen afirma
que la feminidad está ligada a todas estas cualidades, y todo lo que se aleje de
ella, no merece ser deseado ni querido.
Está claro que la sexualidad nos rodea, nos moldea, nos
forma, nos da entidad, nos empodera, está en el centro de nuestra personalidad…
y en esta imagen es tratada como mercancía perteneciente a un mercado global
que crea conocimiento, construye estereotipos e identidades a la vez que genera
injusticias y desigualdades por la forma en que es tratada.
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